Llevar un estilo de vida saludable influye favorablemente en muchos aspectos de nuestra vida
Por ejemplo, a través de la alimentación, nuestro cuerpo obtiene todos los nutrientes necesarios para mantener sus estructuras y repararlas, y para crear componentes que contribuyen a un correcto funcionamiento químico del organismo (proteínas para los músculos, calcio para los huesos, colesterol para la fabricación de hormonas, hidratos de carbono para aportar energía, etc).
La nutrigenómica (la parte de la ciencia que estudia la interacción de los alimentos con el genoma humano) ha demostrado que una dieta sana y variada contribuye a no activar algunos de los genes que portamos y predisponen a la enfermedad.
Sumando la práctica de ejercicio físico enfocado a la salud y el control del estrés, tenemos en nuestras manos una potente herramienta para prevenir enfermedades.
Se considera una dieta saludable aquella que da prioridad a alimentos frescos o poco procesados, como las legumbres, los granos integrales, los frutos secos, las frutas frescas, las hortalizas y verduras, carnes, pescados y huevos; y la ausencia de azúcares, harinas refinadas y exceso de sal. Además, una dieta saludable contribuye a mantener un peso y unos niveles de grasa corporal saludables, lo que también influye positivamente en la prevención de patologías del aparato locomotor.
La Universidad de Harvard, en una revisión de las clásicas pirámides alimentarias, ha creado un modelo de plato saludable en el que se encuentran las verduras, proteína de alta calidad biológica, granos integrales o legumbres, fruta fresca y aceites de calidad, como ideal de una dieta saludable.
Igual de importante es mantener una correcta hidratación del organismo. Sin necesidad de beber los clásicos 2 litros de agua que se recomendaban hasta ahora, si es importante elegir el agua como bebida principal en nuestro día a día. El agua contribuye al equilibrio electrolítico de nuestro organismo, siendo una forma efectiva para prevenir calambres musculares, debilidad o cansancio (signos todos ellos de deshidratación).
Otros hábitos que nos mantendrán sanos son la ausencia de sustancias tóxicas, como el alcohol o el tabaco; tener una correcta higiene postural en nuestras actividades diarias; la realización de ejercicio físico enfocado a la salud (ya que los deportes de competición o alto impacto pueden acelerar la aparición de lesiones), realizar estiramientos antes y después de la práctica del ejercicio y acudir a un fisioterapeuta para prevenir o tratar sobrecargas y lesiones musculares.
El control del estrés y aprender a gestionarlo es otro de los aspectos básicos para ganar salud a través de nuestro estilo de vida. El estrés provoca una reacción química en nuestro organismo que afecta al sistema inmunitario, especialmente en situaciones sostenidas de estrés, pudiendo ser desencadenante de múltiples enfermedades físicas y mentales. El ejercicio físico regular es una buena forma de liberar el estrés, y ejercicios de relajación o meditación, como el Mindfulness o técnicas de gestión del tiempo también pueden ser buenos aliados para gestionar el estrés.
¿Sabías qué hay dolencias que pueden estar influenciadas por una disfunción hepática y por ende por una mala alimentación?
Afectaciones en la espalda
- Cefaleas y migrañas.
- Tensión en la región derecha de la nuca.
- Dorsalgia persistentes derechas.
- Cervicalgia con predominancia derecha
Tendinopatías
- Problemas tendinosos o tendinopatías en la hombro derecho (tendinopatía del supraespinoso)
- Epicondilitis o Síndrome del codo de tenista derechos.
- Síndromes compresivos del sistema nervioso periférico
- Cervico-braquialgias derechas.
- Síndromes de del Túnel Carpiano
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